"No se sabe de quién son los restos óseos calcinados", declaró la antropóloga forense en el juicio por Cecilia
Anahí Ginarte declaró hoy como testigo y explicó que la exposición al fuego, a más de 800 grados, impidió extraer ADN y determinar el sexo de los fragmentos hallados.
En la décima audiencia del juicio por el femicidio de Cecilia Strzyzowski, la antropóloga forense Anahí Ginarte declaró este lunes vía Zoom como última testigo de la querella y reveló detalles cruciales sobre el análisis de los restos óseos hallados en el campo de la familia Sena.
Según explicó la especialista, los fragmentos recuperados corresponden a huesos de cráneo, vértebras y fémur, pero presentaban un estado de destrucción crítica que impidió cualquier identificación.
La causa de esta limitación forense fue la exposición extrema al fuego. Ginarte detalló que la fragmentación ósea se corresponde con una exposición a temperaturas superiores a los 800 grados Celsius durante más de tres horas.
Este nivel de calor, sostenido por tanto tiempo, destruyó completamente el material genético. "No se pudo extraer ADN y, por lo tanto, tampoco se pudo determinar el sexo de la persona a quien pertenecían esos huesos", afirmó la perita durante su declaración.
Esta información resulta fundamental para el caso, ya que confirma un intento meticuloso de eliminar toda evidencia física que permitiera identificar a la víctima.
La imposibilidad de obtener ADN representa un obstáculo significativo, aunque la investigación continúa basándose en otros elementos probatorios. El juicio, que sigue desarrollándose, busca esclarecer los detalles de la desaparición y muerte de Cecilia Strzyzowski, cuyo caso conmocionó a la opinión pública.
La antropóloga forense. detalló el hallazgo de restos óseos en dos zonas de la propiedad de la familia Sena, conocida como Campo Rossi. La primera área, ubicada cerca de una gruta, presentaba evidencias de una intensa quema con cenizas y troncos, mientras que la segunda se localizaba en la costa del río Tragadero. En ambos sitios se recuperaron fragmentos óseos totalmente calcinados.
La especialista relató que durante el análisis en el Instituto de Medicina y Ciencias Forenses del Chaco (IMCIF) se descubrió en las fotografías la presencia de un posible diente humano. Esto motivó la aplicación de una metodología comparativa utilizando muestras de una mujer en perfecto estado, un cuerpo calcinado y un mono, lo que permitió confirmar que todos los restos secuestrados eran de origen humano. Sin embargo, la calcinación extrema imposibilitó determinar el sexo o extraer material genético.
Entre los fragmentos identificados se encontraron vértebras, falanges, clavículas, rótulas, restos de fémur, piezas dentales y fragmentos de cráneo. La antropóloga señaló que todos correspondían a una sola persona adulta, aunque la destrucción por calor impidió mayores precisiones sobre su identidad.
El dato más impactante surgió al explicar las condiciones necesarias para alcanzar ese estado de calcinación: los restos debieron estar expuestos a temperaturas superiores a los 800 grados durante más de tres horas. "No es fácil quemar un cuerpo y llegar a ese estado de calcinación", afirmó la perito, aunque no pudo precisar el tiempo exacto de exposición al fuego.